domingo, 18 de octubre de 2009

Acrósticos III

Propuse HUMOR y ha tenido una buena acogida. Se ve que lo necesitamos, aunque si alguien quiere humor del bueno vayan a ver la última de Woody Allen. Una deliciosa lección sobre el amor, la libertad, las patrañas, la inteligencia y los convencionalismos, y sobre todo una lección de cine.

Ha habido de todo, desde un refrán surrealista "Huelva Une Madre O Roe" de indudable significado hermético, hasta un exabrupto taurino o bancario "Huele Usted Mal ORdoñez". Ambos los mandó un tal Gas, no creo que sea ni Mario ni Manolo. Por cierto, desde aquí nuestro más sincero pésame a la familia Gas por el fallecimiento de Manuel ayer 17 de Octubre. No olvidaremos la versión de "Adios a la bohemia" y de "Black el payaso" que ambos hermanos ofrecieron en el teatro Español de Madrid hace un par de años. Que las altas colinas le cobijen.

Me ha gustado por su indudable humor "Hubo Un Memo Obstinadamente Raro" que manda el propio Memo.
VF, a quien está claro que le ha gustado el juego, envía dos intentos: "Humanidad Urdiendo Momentaneamente Oportunas Risotadas" y "Hay Una Mente Ociosa Riéndose". Se aplaude el esfuerzo.
Un "seguidor reencontrado", ¡bien!, envía uraño sin hache, se disculpa y remata con otro que no cumple. Nos da igual, lo importante es que no sea HURAÑO, es decir que no "huya y se esconda de las gentes y que no sea intratable y propenso al aislamiento" (ver Casares)
La dulce (r)Isa, aunque no se encuentra capaz lo intenta con humor "Hoy Una Mujer Ojiplática Renuncia" Se llama la atención hacia su capacidad neologista de escritora seria.
La Zapateta, inspirada por el ojoplato de Isa se le ocurre "Hay Uno Más Óptico Retinal" que tiene doble acierto: cumple con las reglas del juego y juega con la anfibología de humor. ¡Bravo!
El admirado aplauso de la concurrencia se lo lleva un anónimo "Hacerse Uno Mismo Objeto Risible" que tiene la virtud de demostrar que el lenguaje es un material sensible y extraordinario con el que pueden contruirse caminos para que el inconsciente aflore y se manifieste como el gran instrumento racional que es.
Gracias a todos.
Para quien quiera seguir jugando, propongo MALETA.


martes, 6 de octubre de 2009

Cenizas

Cuando murió le hubiera gustado quedarse escondido en su propia quietud, pensando que nadie lo notaría. Pero no fue posible. Su cuerpo fue atacado por los gérmenes y su inmóvil efigie caminó hacia su desaparición. Intentó confundirse con el humo de su propia combustión y adherirse a alguna nube, pero su naturaleza gaseosa le expandió tanto que quedó diluido entre el oxígeno, el hidrógeno y el helio de un día azul, espléndido y limpio. Pasó a formar parte de la respiración de los demás. Intentó impregnarse en sus propias cenizas, escabullirse entre las briznas grises, blancas y negras de su naturaleza material, pero lo aventaron y quedó enganchado a sus amadas rocas de caliente granito, quedó colgado de las aciculadas hojas de los elegantes pinos que ornaban su bosque acogedor y se confundió por la broza y la pizorra entre las tímidas flores que inundan el otoño de los pinares con su belleza inmensamente violeta. Los rayos del sol que se colaban como flechas entre las ramas tamizaron la iluminada lluvia cenicienta de sus restos cayendo mansamente a la tierra. También quedó sepultado a puñados rituales y amorosos al pie del pino joven que tantas tardes le escuchó sus aydemi. Y por su propio deseo descansó también en el civil camponosanto acompañando a su admirado Don Pío, unidos ya en un sueño interminable, cobijado en la oscura oquedad de una acacia que ya crece ayudada por su materia fecunda. Un total anonimato le rodea. No pudo quedarse, pero está por todas partes.

viernes, 2 de octubre de 2009

Equívocos

Me contó que llevaba un buen rato en aquel bar, apoyado en la barra y cargando el peso de una pierna a otra como le había dicho el traumatólogo que hiciera. Iba todos los días a ese local porque era de los pocos bares que todavía daba tapa con el vino y sabía tratar a los clientes. A su espalda había una pareja en pleno delirio post almuerzo, con sus copas bien servidas y las manos y las bocas propicias y descubridoras. El ruido del local no le dejaba oir la conversación, ni le interesaba y tampoco miraba demasiado. Su proximidad alteraba la tranquilidad de su habitual visita tabernaria. Oyó al hombre pedir la cuenta y en el silencio que se produjo como en un azar misterioso, los coches dejaron de pasar, alguien apagó la tele, oyó como ella le decía suplicante al hombre, "hazme una perdida".
Mi amigo sorprendido por lo escuchado, puso en el mostrador los 3 euros que dejaba siempre y salió del local pensando en lo golfas que estaban poniéndose las mujeres, y desde el umbral del bar con toda la ciudad atronando con su ruido infernal callejero, miró a la barra y les vió muy juntos manejando sus móviles. ¡Lo que les faltaba!, pensó.