domingo, 16 de agosto de 2009

Resistentes

He terminado de leer Desgracia, de Coetzee y me ha causado la misma admiración que siempre me producen las buenas novelas, los buenos novelistas, los que a mi me gustan, claro! Su capacidad para crear un mundo, un ambiente, unos personajes, unas situaciones, unos diálogos, todo ello al servicio de una idea, de una denuncia, de una descripción, de una moral, de una filosofía. Me parece que los buenos novelistas son todos muy inteligentes, que tienen una inteligencia superior y que una buena novela no solo es escribir bien, sino también y sobre todo, decir a través de la historia y sus personajes algo muy interesante, que remueva, que nos descubra algo desconocido, que nos ayude a ordenar nuestro caos.
Ya se que hay muchas más cosas en las novelas, pero a mi me gustan las que me dan en la inteligencia, las que me ayudan a comprender a los demás y a mi. Las que me dejan pensando.
Esta novela trata de hombres y de animales. Coetzee es un gran observador. A sus personajes les preocupan esos otros seres vivos que nos rodean y de los que nos servimos. En esta novela, el protagonista, un hombre mayor, acaba identificándose con un pobre perro tullido. Es una novela triste, pero así es la vida, y si así es la vida por qué llamarla triste. Son personajes muy sólidos y nada convencionales. Sus razonamientos muy interesantes. Practican la resistencia. Defienden su intimidad, su "quiero ser así". Y producen ternura, la ternura que Coetzee tiene por sus personajes.
Me gustaría entrar en detalles pero no quiero reventar la novela a quien no la haya leido.

1 comentario:

  1. gran análisis de la novela y de lo que una novela debe producir en el lector!. Cien por cien de acuerdo.

    Una de las cosas maravillosas que tiene esta novela para mi, es que te abre la ventana a una vida cualquiera, y entonces te asomas y eres tú el que siente, el que piensa, el que se identifica o no con las situaciones. No te describe cómo deberías sentirte ante eso. Te empuja a reflexionar sin que te des cuenta y sin llevarte por un camino preestablecido. Y claro que es triste, tristísimo, pero merece mucho la pena.

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